Las vacunas para el tratamiento del cáncer son diferentes de las vacunas
que funcionan contra los virus, ya que tratan de preparar al sistema
inmunitario para que lance un ataque contra las células cancerosas en el
organismo. En lugar de prevenir la enfermedad, estas vacunas tienen el
objetivo de lograr que el sistema inmunitario ataque a una enfermedad
que ya existe.
Las vacunas contra el cáncer provocan que el sistema inmunitario ataque
las células con uno o más antígenos específicos. Debido a que el sistema
inmunitario tiene células de memoria (memoria inmunológica) especiales,
se espera que la vacuna pueda seguir funcionando mucho después de que
se administra.
Sipuleucel-T (Provenge): este medicamento se utiliza para tratar el cáncer
de próstata avanzado que ya no responde a la terapia hormonal. Por lo
general, los efectos secundarios son leves y pueden incluir fiebre,
escalofríos, cansancio, dolor de espalda y de articulaciones, náuseas y
dolores de cabeza. Algunos hombres pueden presentar síntomas más
graves, incluyendo problemas para respirar e hipertensión arterial.
Talimogene laherparepvec (T-VEC): esta vacuna está aprobada para tratar
el cáncer de piel tipo melanoma avanzado. Se produce de un virus del
herpes que ha sido alterado en el laboratorio para producir una sustancia
que el cuerpo normalmente produce, llamada citocina. Esta citocina
estimula el sistema inmunitario y puede causar síntomas similares a la
influenza (gripe) durante poco tiempo.

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